arteria

blog temático dedicado al arte contemporáneo

Karen Knorr, Flight to Freedom, India Song Series


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Bestiario contemporáneo

El Hombre siempre ha manifestado su interés por el mundo animal representándolo. No hay periodo de la historia del arte en el que no se pueda encontrar la presencia animal entre los sujetos recurrentes de las artes plásticas.

La artista Marta Klonowska escoge como modelo precisamente aquellas obras de los grandes maestros del pasado donde aparecen animales domésticos, para reproducirlos en esculturas de vidrio. La belleza y el valor del material escogido, hablan de la función mágica que estas comparsas animales desempeñan, son talismanes benéficos que invisten de luz propicia a sus acompañantes humanos.

También la fotógrafa Karen Knorr elige representar el reino animal en función de su relación con el ser humano, concretamente representa su rol simbólico en la tradición y en los mitos, fotografiando animales que, por ser ideas, habitan espacios destinados al hombre.

En el plano simbólico se mueven también JenMarie Zeleznak, quien con sus retratos de animales expresa su mundo interior, y la escultora Beth Cavener Stichter, quien utiliza los animales para representar los instintos primitivos que se esconden en lo más hondo del ánimo humano y que, a la espera de manifestarse, son a veces visibles en los gestos inconscientes.

El uso constante de sujetos animales en el arte, responde también a la necesidad de fijar a través de imágenes, lo que nos fascina por su belleza y por su alteridad, por ese halo de misterio que no somos capaces de sondear hasta el fondo.

Sobretodo hoy, cuando a menudo la única aproximación al mundo animal posible está constituida por una dimensión doméstica y desnaturalizada, a veces reducida a una reclusión humillante, el recurso al animal como sujeto artístico se vuelve celebración de aquella condición salvaje  y autentica que se ha perdido.

Se crea así un bestiario fantástico, hecho de simbologías e imágenes icónicas lejanas de la realidad lagrimosa y mísera de los animales que conocemos de cerca, rehenes y comercializados en circos y parques zoológicos.

Louise McNaught, con profunda admiración, representa sus animales con los colores iridiscentes del status divino, mezcla detalles naturalistas y colores neón para mostrar la luz interior de sus creaturas mágicas.

Deborah Simon por su parte trata de revelar todo misterio, recreando animales que, dotados de un detalle anatómico propio de la práctica de los museos de ciencias naturales, subrayan la manía occidental de catalogar y etiquetar cada cosa, inútil para entender la verdadera esencia del mundo.

El fotógrafo Koen Demuynck, con gran maestría en el trabajo de edición, crea imágenes surrealistas de gran impacto, se trata de cúmulos de animales que, despojados de su dimensión natural, de su espacio y de su autonomía del hombre, se apilan como objetos usados.

El artista Michael McConnell, por último, a través de sus pinturas, nos recuerda la inocencia y la vulnerabilidad de los animales. Son imágenes que reflejan también las ansias personales del artista y que nos hacen sentir incomodos, porque ponen en evidencia la arrogancia de ciertos comportamientos humanos.

Tiffany Bozic, Eator Be Eaten


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De manual

Siete artistas que se inspiran en el mundo natural, reproduciéndolo en sus obras con escrúpulo botánico.

Precisión en los detalles y verosimilitud son las características que hacen pensar en un muestreo de especímenes, una división por especie como respuesta a la necesidad de control y dominio que tanto nos distingue. Catalogar e inventariar para comprender, para excluir la posibilidad del misterio y de la sorpresa, para obviar a la subversión de un mundo independiente del ser humano.

El artista malayo Chris Chong Chan Fui, va más allá y utiliza toda la pericia del botánico para seccionar flores de plástico, naturaleza inofensiva creada para ser un sustituto creíble y maleable, únicamente distinguible de la real en los detalles que sirven para el ensamblaje (los pequeños foros en los pétalos utilizados para unir las corolas, las secciones de los tallos componibles, los pistilos con polen incrustado). En la misma dirección se mueve Yedda Morrison, quien en sus fotografías retrata composiciones formadas con plantas sintéticas. Paraísos artificiales que, perdida la caducidad del elemento natural, se vuelven eternos.

Zadok Ben David crea jardines portátiles a partir de pequeñas esculturas de acero, que reproducen el perfil de ilustraciones botánicas en estilo victoriano. Son diminutas siluetas negras que ocultan colores brillantes en la parte posterior.

Menos detallado, pero todavía referido a especies reconocibles, es el trabajo de Melissa Haslam, quien pone en escena una relación íntima y cotidiana con una naturaleza dócil y resignada.

J.S.Weis, por lo contrario, se interesa por el lado más salvaje y auténtico de la naturaleza, representándolo con explosiones de colores y formas que hacen referencia a su vitalidad, al lado mágico y misterioso, donde reside la última salvación posible para el hombre.

Simbolista e íntima es la visión de Tiffany Bozic que, a través de composiciones de plantas y animales que parecen haberse formado espontáneamente, habla del mundo interior. Llamados a cumplir un rol simbólico, los elementos naturales cuentan historias de lucha y de éxito, tramas de las que está hecha la vida  misma y que se refieren también a la historia personal de la artista.

El canadiense Zachari Logan utiliza la misma precisión en el detalle ilustrado y un lenguaje simbólico afín, para hablar de una identidad masculina y autorreferencial, él mismo es de hecho el único sujeto de sus propias creaciones.

 


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Flora y Fauna

La Naturaleza es la cuna de nuestro saber. Desde siempre todo lo que el hombre sabe lo ha aprendido de la observación directa del elemento natural, tanto desde el punto de vista de la realidad concreta como hipotética. Cada conjetura, por muy fantasiosa que sea, se fórmula según los mismos principios observados en la naturaleza, tal vez invertidos, mezclados o privados de lógica, pero siempre retomados de la realidad.

No es difícil de comprobar, con un breve ejercicio mental, como nadie sea capaz de imaginar un color que no ha visto con anterioridad. De manera análoga se puede decir que, debido a los limites creativos del ser humano, todo lo que es imaginado no puede ser otra cosa que una reelaboración de lo que es real.

¿Cuantos monstros y alienígenas del mundo literario y cinematográfico nos recuerdan sospechosamente a alguna especie rara, captada por las cámaras de National Geographic? ¿Y qué fácil es encontrar semejanzas entre ciertos antílopes africanos y las creaturas inventadas para habitar los abismos infernales?

La naturaleza nos sirve de modelo, la utilizamos continuamente para inventar nuevas formas y para alimentar nuestra fantasía, nos ofrece inspiración.

Esta estrecha dependencia entre naturaleza e imaginación implica también un estrecho vínculo entre naturaleza y producción artística. Son muchísimos los artistas que recurren al elemento natural como medio de expresión, ya sea para crear nuevos mundos o para parafrasear el mundo en el que estamos, utilizando el mismo aspecto simbólico del que están repletas mitologías y leyendas, que a partir del mundo concreto encuentran explicación a lo metafísico.

Animales y plantas, además de fenómenos observables, son portadores de los significados que el hombre se ha preocupado de asignarles, son realidad y metáfora al mismo tiempo y se convierten en forma que sirve para representar lo que no es visible.

Reproducir la naturaleza, sea en la forma que sea, es tratar de explicar algo del mundo, es externar lo interior, es apropiarse de la realidad, entenderla.

Si se echa un vistazo atrás en el tiempo, abarcando lo que a creatividad se refiere, la representación de la naturaleza siempre ha tenido un lugar relevante, solo por citar algún ejemplo, se la recuerde como el espejo del ánimo atormentado e inquieto de los románticos, o el inagotable motivo de decoración modernista y aún como inspiración continúa para simbolistas y surrealistas.

Hoy más que nunca, entre los que utilizan la naturaleza como sujeto de la propia creación, hay cierto ánimo de reivindicación, una voluntad de reasignarle algo del espacio que le ha sido usurpado, de resarcirla.

En vilo entre una actitud de denuncia hacia nuestra propia irresponsabilidad y la melancolía por una inocencia perdida, nacen representaciones de una naturaleza domesticada y nostálgica, encasillada como un espécimen botánico, o alienada y fantasiosa, como si su lugar fuera solo el de otros  mundos, salvaje y autentica sólo en una especie de extraño sueño.

Dibujo de Zachari Green

Zachari Logan, Green Man